viernes, 8 de marzo de 2019

NO TE CONFUNDAS


El machismo en la crónica negra: por qué en España nos fascinan más las asesinas que los asesinos

Cuando es el hombre el que mata, su caso pasa a engrosar la estadística. Cuando es ella, se pone inmediatamente en marcha todo el circo mediático

¿Por qué existe una mayor fascinación por las asesinas que por los asesinos? En la imagen, Kathy Bates en el papel de Annie Wilkes en 'Misery' (1991).
La violencia machista ya se ha cobrado en lo que llevamos de año la vida de 46 mujeres. A lo mejor el lector no recuerda el nombre de alguna de las víctimas. Seguro que tampoco el de los verdugos. Más fácil es sin embargo acordarse de Ana Julia Quezada, asesina confesa del niño Gabriel Cruz, en Níjar, o de la entrada este verano de Conchi M. en los juzgados de Alicante, arrastrada por varios policías al juzgado de Alicante después de ser pillada in fraganti por una agente presuntamente asesinando con un destornillador a su casi recién estrenado marido.
Ese día, La Viuda Negra, como la bautizaron inmediatamente en televisión (también la llamaron La Asesina del Destornillador), se negaba a andar, pero los medios sí que recorrieron un largo camino, destripando todos los antecedentes de esta mujer. Hasta encontraron enseguida a una hijastra que la acusó ante las cámaras de ser una mala madre.

“En los cuentos infantiles, que suponen las primeras historias de sucesos que reciben los niños y niñas, 'la mala' siempre es una mujer
MIRIAM GUTIÉRREZ MARINAS, PSICÓLOGA EXPERTA EN VIOLENCIA MACHISTA

Esta corriente informativa fue torrente en el ya mencionado caso de Ana Julia. Desde que fue detenida por el asesinato de Gabriel Cruz el 11 de marzo pasado, su nombre ha ido acompañado de palabras como "odio", "frialdad", "maldad"… Se ha aireado todo su pasado, con jugosas paradas en clubes de alterne, relaciones anteriores y hasta el posible asesinato de otra hija en el pasado. También nos hemos enterado de que en la cárcel sus compañeras dicen que se da aires de marquesa. Demasiados detalles, sobre todo si lo comparamos con los casos en los que es el hombre quien mata.
Cuando hablamos de lo que antes se llamaba en este país "crimen pasional" y hoy conocemos como violencia machista, los medios casi siempre reducen el caso a una cifra que cubre como una manta la intimidad y antecedentes del asesino.
¿Pero por qué existe una mayor fascinación por las asesinas que por los asesinos? Miriam Gutiérrez Marinas, psicóloga experta en violencia machista, señala que desde niños nos preparan para ello. “En los cuentos infantiles, que suponen las primeras historias de sucesos que reciben los niños y niñas, la mala siempre es una mujer. Suele ser cruel, despiadada y maléfica. Después llegarán otras figuras malvadas y horribles encarnadas por hombres (por cierto, inspirados en personajes reales de la historia), pero, a priori, esa primera impresión en la más tierna infancia sobre las malas es la que nos llega”. Nada que guste más a los medios, pues, que una buena bruja.
Marisa Soleto Ávila, directora de Fundación Mujeres, cree que entre las múltiples causas de esta sobreactuación mediática está la propia naturaleza de la información. “Los asesinatos cometidos por mujeres son menos frecuentes. Seguramente por eso despiertan más curiosidad social y hace también que los medios presten más atención a los detalles, se les conceda más espacio o tiempo, se analicen más o se promuevan tertulias y debates sobre el tema, porque se sabe que el público que consume información siente interés por ello”.


La entrada de Conchi M. en los juzgados de Alicante arrastrada por varios policías.
La entrada de Conchi M. en los juzgados de Alicante arrastrada por varios policías. Joaquín de Haro


A Soleto no le gusta “este tipo de información que hace del relato de un suceso un info-show que se regodea con el morbo”, y advierte además sobre otro peligro: “El problema surge cuando en el marco de estos relatos no solo se recurre a la información morbosa, sino que surgen personas que intentan minimizar la violencia que se comete contra las mujeres justificando la existencia de mujeres que también son asesinas y homicidas. Esto es lo que nos debe preocupar y no se debe admitir como contenido informativo”.
Casi siempre, el siniestro goteo de mujeres asesinadas en manos de sus parejas o exparejas se trata en los medios con cierta rutina burocrática. La inercia se reduce a señalar el número que ocupa en el marcador de asesinatos machistas en España. “Con este, van 38”. Punto pelota. Como mucho, se señala si había denuncias previas y se recuerda, eso sí, al consumidor que siempre hay que denunciar. No lo olvidéis. Y el público tampoco parece pedir nada más.

Casi siempre, el siniestro goteo de mujeres asesinadas en manos de sus parejas o exparejas se trata en los medios con cierta rutina burocrática. La inercia se reduce a señalar el número que ocupa en el marcador de asesinatos machistas en España: “Con este, van 38”

“El feminismo está de moda y en cierto modo todo el mundo milita en contra de la violencia de género, pero el rechazo se está automatizando, es soso y sin pasión. Nos están matando y solo decimos ‘ni una más’, pero lo hacemos en un tono incrédulo. No tomamos las calles, no gritamos, no convocamos huelgas generales en protesta por los crímenes machistas… No sé si lo llamaría insensibilidad, pero desde luego, los asesinatos, cada uno de ellos, no provocan la reacción ciudadana global que el problema merece. Tres minutos de silencio en el ayuntamiento de turno el día posterior de cada suceso no es suficiente”, lamenta Miriam Gutiérrez Marinas.
“Es importante continuar dando esta información y además darla con finalidad de sensibilización social y evitando los elementos de morbo social o de inadecuado tratamiento de la violencia machista”, apunta la directora de Fundación Mujeres. “El nivel de conciencia y de sensibilidad social hoy en España contra la violencia de género ha crecido mucho y creo que es gracias al trabajo de las organizaciones feministas, que hemos denunciado e informado sobre esta lacra sin descanso y, sin duda, al papel de los medios que han contribuido a la difusión de estos contenidos”.
En la carrera los periodistas aprendemos una máxima que dice que no es noticia que un perro muerda a un niño, pero sí que un niño muerda a un perro. Puede que, como opina Marisa Soleto, sea la excepcionalidad la que convierte a las mujeres asesinas en espectáculo mediático, pero este verano también ha provocado grandes titulares que Amancio Ortega recogiera las cacas de su perro en una calle de A Coruña. Siguiendo la lógica periodística, lo noticiable tendría que haber sido que el perro recogiera las cacas de este señor.

Jon Plazaola interpretó en la serie 'Allá abajo' (2015-2019) a un hombre enmadrado con problemas para enfrentarse a la vida y a su masculinidad (en la imagen, con María León).
Jon Plazaola interpretó en la serie 'Allá abajo' (2015-2019) a un hombre enmadrado con problemas para enfrentarse a la vida y a su masculinidad (en la imagen, con María León).

Las actitudes machistas más flagrantes las tenemos claras. Aquellas que, de forma manifiesta y constante, han colocado a la mujer en una posición inferior al hombre en ámbitos sociales, económicos, jurídicos y familiares. Las que consideran que el hombre y la mujer nacen con objetivos y ambiciones diferentes en la vida.
Sin embargo, pese las reivindicaciones históricas desde los años setenta y la creciente concienciación respecto a la lacra del machismo en todos los ámbitos culturales y políticos en los últimos años, hay pequeños restos que muchos (y muchas) siguen teniendo interiorizados. Son secuelas de nuestra educación y de los productos culturales que nos han formado como personas que hacen que, aunque critiquemos y denunciemos el machismo, podamos caer en algunas de sus trampas sin darnos cuenta.Lo que desde hace un lustro se ha denominado el micromachismo, ejemplos de discriminación débiles e imperceptibles. Esos que se ven todos los días y suceden incluso en los ambientes más progresistas.

Hoy, 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y en medio de una huelga de profesionales femeninas, queremos poner el foco sobre todo lo que aún seguimos haciendo mal. Una lista a base de ejemplos (que van del micromachismo a, en algunos casos, al machismo a secas) que demuestran que tal vez hemos entendido el grueso de las reivindicaciones feministas, pero nos falta mucha letra pequeña que leer.

1. He creído necesario explicar algo a una mujer, sin que ella me lo pidiese, por el hecho de ser mujer.

2. No considero a una ama de casa una trabajadora más.

3. Me refiero a hombres por su apellido (Sánchez, Rivera, Iglesias) y a mujeres por su nombre (Susana, Irene, Soraya)

4. He comentado a un amigo que se quedaba al cuidado de sus hijos: “Hoy te han dejado de niñera”.

5. En la cama antepongo mi placer sexual al de mi compañera y no suelo preguntar por sus preferencias y necesidades.

6. He dicho que yo “ayudo” en las tareas del hogar, asumiendo que el trabajo es de una mujer y yo estoy ayudando, no participando en igualdad.

7. Me he sentido incómodo y perdedor en alguna ocasión porque el sueldo de mi novia o mujer es más alto que el mío

8. Asumo continuamente la heterosexualidad de las mujeres y de otros hombres.

9. En mi trabajo o entre mis amistades, solo propongo jugar al fútbol a los varones, dando por sentado que ellas no quieren jugar.

10. He pronunciado la frase: "Al final las más machistas son las mujeres"

11. Cuando el niño va al médico o de compras, lo acompaña su madre. Cuando el niño va al fútbol, lo acompaño yo.

12. He preguntado a mi sobrina si ya le gusta algún chico.

13. Considero que las labores domésticas de mi casa, cuidando de mis hijos o ayudando a mis mayores siempre las va a hacer mejor una mujer.

14. He preguntado a alguna mujer que para cuándo los hijos cuando nunca se lo he preguntado a un hombre.

15. He pagado de forma sistemática mis cenas con mujeres presuponiendo que es lo que se espera de mí.

16. Hablando con un amigo he descrito a una mujer como “poco femenina”.

17. Soy homosexual y he pronunciado la frase: "¿Cómo voy a ser machista si soy homosexual?", pensando que el machismo es únicamente un error de los hombres heterosexuales.

18. He usado la palabra “provocador” para describir el atuendo de una mujer.

19. He comentado que esas no son formas de hablar “para una señorita”.

20. No me gusta salir con mujeres más altas que yo.

21. En compañía de una mujer, he ocupado el sillón del piloto porque interpreto que es lo normal o un gesto de galantería.

22. Me he negado vehementemente a aceptar palabras nuevas (estén aceptadas por la RAE, como "jueza" o "miembra") sin pensar en que tal vez dan un sentimiento de comodidad y pertenencia a mi interlocutora.

23. Considero normal que en televisión los presentadores sean los ácidos y divertidos y ellas las guapas.

24. He hecho el comentario "Sara es una mujer fuerte" dando por hecho que considero que ser fuerte es un rasgo más masculino.

25. Tengo mellizos y nada más nacer hice socio el Atleti a mi hijo y no a mi hija.

26. Dejo a mi hijo adolescente salir hasta las 3 de la madrugada, pero a mi hija le obligo a venir antes de medianoche.

27. Nunca he hablado con mi hijo de feminismo.

28. Soy el dueño de un local público y he puesto el cambiador de bebés en el cuarto de baño de mujeres.

29. Invitado a comer en la casa de unos amigos, he felicitado a la mujer por la comida sin preguntar antes quién había cocinado.

30. Invitado a comer en la casa de unos amigos, me he dirigido al hombre para hacer preguntas sobre automóviles, dinero o deportes porque he deducido que a ellas no les interesarán esos temas.

31. He presentado a una mujer por el cargo o la posición de su marido ("esta es la mujer de...") en vez de por su nombre y profesión.

32. Soy camarero y siempre pongo la bebida alcohólica al chico y la bebida sin alcohol a la chica, sin preguntar quién ha pedido cada una.

33. Soy camarero y siempre dejo la cuenta de la mesa al chico.

34. Tengo una empresa en la que los trabajadores van uniformados y ellos llevan pantalón y ellas falda, sin opción a elegir

35. Intentando ser amable, he llamado “guapa” a una mujer a la que no conozco de nada.

36. He dicho “no me lo habías pedido” cuando una mujer me ha recordado que no he hecho mi parte de las tareas de hogar.

37. Me he callado ante el comentario machista de un amigo.

38. He juzgado a una mujer por su forma de educar a sus hijos cuando no lo hago con un hombre.

39. Me refiero al conjunto de ciudadanos que buscan la igualdad como “las feministas”, en femenino, asumiendo que es una lucha únicamente reservada a las mujeres.

40. He preguntado a una mujer cómo conjuga su vida profesional y su vida familiar, algo que jamás he preguntado a un hombre.

41. He comprado ropa de color rosa o muñecas a una niña sin consultar con sus padres (o con la propia niña) qué regalo deseaba.

42. Trabajo en un centro público destinado a mujeres y he puesto únicamente revistas de moda y sociedad en la sala de espera.

43. En una conversación sobre políticos, me parece normal hacer comentarios sobre el aspecto de ellas cuando no lo hago sobre el de ellos.

¿Es machista decir a tu compañera de trabajo: ‘Qué guapa estás’?

Sentarse en el autobús con las piernas abiertas, poner pendientes a tu hija recién nacida... Cuatro feministas combativas responden

compañeros de trabajo


"Que todos los días las mujeres pasemos un examen sobre nuestro aspecto al llegar al trabajo es machista y, además, una pesadilla", opina la escritora feminista Nuria Varela. En la imagen, dos personajes de la serie 'Camera Café' observan con interés a su compañera de trabajo.

A juzgar por los datos, España sigue siendo un país machista. El pasado año murieron 60 mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas, según datos del Instituto de la Mujer. La mitad de ellas tenían menos de 40 años. Según datos de 2015, un 25 % (una de cada cuatro) de las adolescentes entre 16 y 19 años sufrió violencia de control en los últimos 12 meses. En España, se denuncian más de un millar de violaciones -con penetración- al año, aproximadamente tres al día, una cada ocho horas. La brecha salarial se encuentra en el 24 % y aumentando; es decir, una mujer debe trabajar 88 días más para cobrar lo mismo. Además, sufren más el paro -una tasa del 18,41 % para ellos y de 21,82 % para ellas, según la última EPA- y la temporalidad del empleo.
Eso son los grandes datos, los obvios. Pero ¿de dónde viene ese machismo? Los expertos apuntan a la herencia franquista y resaltan la importancia de la educación para ir desterrándolos. Sin embargo, las encuestas no aportan datos halagüeños: los estereotipos de género continúan y muchos de ellos se perpetúan en las generaciones más jóvenes. Un 33 % de los adolescentes -entre 12 y 24 años- se muestran favorables a afirmar que “está bien que los chicos salgan con muchas chicas, pero no al revés”, según el informe Jóvenes y género, el estado de la cuestión, del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la Fundación de Ayuda Contra la Dr
ogadicción.

"Nunca he visto a un hombre decirle a otro hombre: 'Tienes el guapo subido" 



















Este mismo informe certifica que entre los jóvenes persisten ideas como que los hombres no deben llorar, que ser agresivo es atractivo o que “un buen padre debe hacer saber al resto de la familia quien es el que manda”. El machismo prevalece y algunos adolescentes no lo perciben como tal. Pero ¿y los adultos? Mayoritariamente se rechazan expresiones extremas de machismo, pero hay situaciones en las que la línea se vuelve mucho más difusa. ¿Es machista decirle a una compañera de trabajo que está guapa? ¿Escuchar reggaeton? ¿Y poner pendientes a tu niña con unos pocos años de edad?
Por eso hemos preguntado a cuatro combativas feministas. Las presentamos: June Fernández, coordinadora de la revista Pikara MagazineNuria Varela, periodista y autora de libros como Feminismo para principiantes, La voz ignorada o Íbamos a ser reinas; Barbijaputa, tuitera feminista, escritora y columnista de eldiario.es; y Lucía Lijtmaer, periodista y escritora.

¿Es machista sentarse en el metro o el autobús con las piernas abiertas, ocupando más espacio que una mujer?

Barbijaputa: "Obviamente es machista. Y es una práctica que solo ejercen ellos: ocupar más espacio del que necesitan y ponerse cómodos en un espacio que es de todas, aunque así invadan el espacio que nos corresponde a nosotras. Eso es machista a más no poder".
June Fernández: "Esa tendencia es resultado de una socialización en la que desde la infancia a los hombres se les permite ocupar más espacio que a las mujeres. Desde niñas se nos insta a cerrar las piernas, porque en nosotras ese gesto se considera indecoroso. Pensemos en el patio del colegio: lo habitual que es que esté acaparado por los niños jugando al fútbol, mientras que las niñas quedan en los márgenes. En inglés se utiliza la expresión manspreading, traducida a menudo como "espatarre"; quien abre las piernas en el metro no lo hace por machismo, sino por una inercia derivada de que está acostumbrado a ocupar mucho espacio con total tranquilidad".
Nuria Varela: "Sí, es machista. Es la actitud de ocupar todo el espacio público".

"Desde niñas se nos insta a cerrar las piernas, porque en nosotras ese gesto se considera indecoroso. Pensemos en el patio del colegio: lo habitual que es que esté acaparado por los niños jugando al fútbol, mientras las niñas quedan en los márgenes"

Lucía Lijtmaer: "Sobre todo, es de mala educación".

¿Es machista invitar a una chica a una copa?

B.: "Sí, si solo invitas a chicas. Lo estás haciendo por su género y no por cualquier otro motivo".
J. F.: "La convención social, afortunadamente en desuso, de que el hombre paga, tiene que ver con esos roles en los que el hombre es el proveedor y utiliza su dinero como elemento de seducción. Abogo por unas relaciones igualitarias en las que a veces paga él, a veces ella, a veces a medias".
N. V.: "Si se hace siempre y por obligación, sí. Invitar a una copa es una actitud normal, pero tanto en hombres como en mujeres".
L. L.: "No es machista, a menos que quieras algo a cambio".

¿Es machista decirle a una compañera de trabajo: "Qué guapa estás hoy"?

B.: "Es machista si solo lo haces con mujeres, que es siempre el caso. Nunca he visto a un hombre decirle a otro hombre: 'Tienes el guapo subido'. El piropo per se parece inofensivo, pero es la prueba de que ellos se sienten con la autoridad de interrumpirte en lo que estés haciendo para puntuarte por tu físico, sin importarle cómo pueda sentirse ella. ¿Por qué dar por hecho que ella va a sentirse bien y no sexualizada en mitad de una jornada laboral? ¿Por qué dar por hecho que ella se va a alegrar por lo que se opine de su físico cuando, quizás, lo que necesite es se que alabe su trabajo, que es el que le cuesta un esfuerzo?".
J. F.: "Creo que hay que analizar también la actitud, la comunicación no verbal y observar si nuestro comentario puede incomodar. Tengamos en cuenta también que las mujeres recibimos a menudo comentarios sobre nuestro físico que, de forma aislada, pueden parecer inofensivas, pero que por acumulación hacen mella. No necesitamos esa aprobación masculina; de hecho, uno de los elementos de la cultura machista es educarnos para necesitarla. Pensemos si ese tipo de halagos nos salen también hacia los compañeros hombres".
N. V.: "Depende. La diferencia entre decir una frase agradable y hacer acoso sutil depende de quién la dice, del grado de confianza, del tono, la reiteración... Que todos los días las mujeres pasemos un examen sobre nuestro aspecto al llegar al trabajo es machista y, además, una pesadilla".

"Yo soy fan de Guns N'Roses pese a sus letras machistas. Eso no me convierte en machista, solo en acrítica"

L. L.: "No tengo una opinión al respecto: no creo que sea uno de nuestros principales problemas sociales".

¿Es machista ceder el paso o el asiento a una mujer?

B.: “Si eres hombre y solo lo haces con mujeres, claro que es machista, porque es paternalista y condescendiente. ¿Qué les hace pensar que no podemos sujetar una puerta o que tenemos más necesidad de sentarnos que ellos?”.
J. F.: “Los gestos de caballerosidad se pueden considerar como machismo benevolente, que parte de viejos prejuicios en los que a la mujer se la considera 'el sexo débil', el que hay que proteger y atender. Pero no creo que se trate de eliminar estas prácticas, sino de que todas las personas cedamos el paso a otras por educación, independientemente de nuestro género.
N. V.: “Si se hace por ser mujer, sí es machista. Ceder el paso o el asiento es buena educación, independientemente de si es hombre o mujer”.
L. L.: "Solo es machista si crees que necesita pasar primero porque no sabe abrir la puerta sola".

¿Es machista que te guste el reggaeton?

B.: "El reaggeton tiene letras más allá del machismo: es misoginia pura. Tengo amigas a las que le gusta bailarlo y a la vez son conscientes de qué representa eso para ellas como mujeres. En mi caso no es compatible: me da mucho asco".

"¿Por qué hay esa necesidad de diferenciar el género de los bebés? ¿Por qué lo primero que pregunta la gente ante un embarazo es: '¿Será niño o niña?"

J. F.: "No creo que haya géneros musicales más machistas que otros. Hay machismo en las letras y en los vídeos. Lo suyo es hacer un consumo crítico y a partir de ahí darnos permiso para las contradicciones: 'La letra es demencial, pero, oye, me encanta esa canción'. Y, más que denostar a un artista o a un género determinado, visibilizar alternativas, como el reggaeton feminista, que lo hay".
N. V.: "La mayoría de las letras de reggaeton, más que machistas, hacen directamente apología de la violencia. Eso no tiene nada que ver con la música, que obviamente puede gustar o no. El problema son las letras".
L. L.: "¿Por qué va a ser machista? Si se refiere a las letras yo creo que -como cualquier arte- son un espacio de juego metafórico y simbólico. No me gustan las que menosprecian a las mujeres. Por ejemplo, yo soy fan de Guns N'Roses pese a sus letras machistas. Eso no me convierte en machista, solo en acrítica".

¿Es machista el actual reparto del permiso por maternidad?

B.: "Todo lo que sea diferenciar por géneros me parece machista. Que ella para no significa que se le tenga que asignar más tiempo y espacio para la crianza y los cuidados que a ellos. Nos crea una sobrecarga de responsabilidades que deberían ser compartidas".
J. F.: "La disparidad en la duración desigual de los permisos de maternidad y paternidad son reflejo de una sociedad en la que se ha naturalizado que la responsabilidad de la crianza recaiga en la madre. Esto sigue siendo así a pesar de la incorporación masiva de las mujeres al mercado laboral. Es escasísimo el porcentaje de hombres que solicita reducciones de jornada para dedicarse a la crianza. La Plataforma por unos Permisos de Paternidad Iguales e Intransferibles (PPINNA) sostiene que cambiarlo de raíz contribuiría a que los hombres se implicasen más y a que a las mujeres no se las discriminase tanto en el ámbito laboral. Es un debate interesante al que yo no veo soluciones sencillas".
N. V.: "Sin duda: es machista. Los permisos para el cuidado de hijos deben ser de maternidad y paternidad, iguales e intransferibles. La situación actual presupone que las que cuidan son las mujeres".

"Como de bebés tenemos el mismo aspecto, es importante para el patriarcado que haya algo que nos diferencie: los pendientes, la ropa rosa, etc. Es fomentar los estereotipos de género"

L.L: "Sí, es machista. Los países nórdicos (como Suecia, Noruega y algo menos en Islandia) pueden repartir sus permisos entre padre y madre desde un total de 480 días. En Suecia hay además 60 días que son obligatorios para el padre".

¿Es machista justificar un comportamiento diferente del habitual en una mujer "porque tiene la regla"?

B.: "Solo nosotras podemos hablar de cómo nos afecta, en qué momento y situación, nuestra menstruación. Para eso somos las que la sufrimos y lidiamos con ella. Que un hombre busque razones en nuestra menstruación porque algo que hemos hecho o dicho no le ha gustado es machista. Porque dan por hecho que no quisimos hacerlo o decirlo, y se tiende a la condescendencia y a ignorarnos, sin que nosotras hayamos dicho que se debe a eso. El 'déjala, estará con la regla' es de un machista que asusta".
J. F.: "Es machista desacreditar o ridiculizar a una mujer diciendo: '¿Qué pasa, que tienes la regla?'. También es machista y androcéntrico [centrado en el punto de vista masculino] que la regla siga siendo un tabú, y que una mujer con síntomas asociados a la menstruación que entorpezcan su vida reciba burlas e incomprensión".
N. V.: "Sobre todo, es una memez".
L. L.: "Sí, es machista. Y es una creencia arraigada en la historia de la ciencia: el cuerpo de la mujer no fue tomado como normal en España hasta los años ochenta. Nunca se tomaron en cuenta sus síntomas ante cualquier enfermedad hasta entonces, y por eso se piensa que es un cuerpo extraño".

¿Es machista ponerle pendientes a tu hija cuando es un bebé?

B.: "Es una forma de diferenciarnos. Como de bebés tenemos el mismo aspecto, es importante para el patriarcado que haya algo que nos diferencie: los pendientes, la ropa rosa, etc. Es fomentar los estereotipos de género, posicionar a los bebés en la sociedad, para que sean percibidos por el resto, -y no solo por la familia, que sabe su género-, de una u otra forma, porque luego se va a esperar de ellos unos u otros comportamientos en función de su género. Para que ellos y ellas ya perciban las diferencias, los matices, qué mensajes van para unos y qué mensaje para ellas: 'los niños no lloran' y 'las niñas no se manchan".
J. F.: "No diría que es machista, sino que vivimos en una sociedad sexista en la que la ambigüedad de género se penaliza, una sociedad en la que 'nenaza' y 'chicazo' son insultos. ¿Por qué hay esa necesidad de diferenciar el género de los bebés? ¿Por qué lo primero que pregunta la gente ante un embarazo es: '¿Será niño o niña?".
N. V.: "Es una marca de género. Si no se lo hacemos a los niños, ¿por qué sí a las niñas? Sería mucho mejor esperar a que ella decidiera".
L. L.: "La imposición de cualquier creencia religiosa o estética a un menor que no tiene capacidad de decidir siempre me parece un terreno pantanoso".




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